Bajo la Luz de la Luna
En un bosque de sombras y viejas cenizas,
donde el viento murmura susurros de antaño,
un silencio de mármol, un velo de bruma,
abraza las ruinas de un viejo desengaño.
El castillo olvidado, de piedra y de musgo,
con sus torres caídas al tiempo entregadas,
se alza en el lamento de un eco confuso,
donde almas errantes guardan sus moradas.
La luna, pálida reina de invierno,
con su manto plateado en la noche se cierne;
su luz es un hilo entre el sueño y el miedo,
una daga de hielo, en la penumbra perenne.
Y en aquel rincón, donde crece el abismo,
se escuchan pisadas de seres perdidos;
como un coro de espectros, entonan su himno,
recordando las almas que el mundo ha vencido.
Oh, dulce penumbra, fiel guardiana del duelo,
¿qué secretos escondes tras sombras de piedra?
En tu abrazo sombrío, el amor se hace eterno,
y las lágrimas caen como lluvia en la hiedra.
Así pasa la noche, inmortal y vacía,
en un canto sin fin, en un eco apagado;
un poema sombrío que el tiempo suspira,
por amores ausentes y sueños quebrados.
Ecos de Olvido
En la iglesia desierta de muros caídos,
donde las velas arden con fuego sombrío,
y el polvo, dormido, se alza en suspiros,
vive el recuerdo de un amor perdido.
Las gárgolas ríen con su rostro en pena,
testigos eternos del tiempo enterrado,
y en el altar, que la luna envenena,
reposa el lamento de un beso olvidado.
Los vitrales rotos dejan entrar
un rayo de luna que danza en silencio,
como si el cielo quisiera llorar
por almas cautivas en su cruel suspenso.
En el rincón oscuro, un susurro se escucha,
una voz de antaño, de un eco lejano;
es un canto de sombras, en eterna lucha,
deseando tocar otra vez una mano.Oh,
noche inmortal, de estrellas deshechas,
que cubres de luto cada rincón,
¿qué secretos guardas en tus sombras estrechas,
qué sombras persisten en la desolación?
Y así, el eco se pierde, el viento lo lleva,
como un pétalo negro en la noche infinita.
Sólo queda el silencio, la quietud, la espera,
de amores que en sombras hallaron su cita.
El Jardín de las Almas
En el jardín marchito de las almas errantes,
donde rosas de luto florecen sin vida,
se alzan cipreses como oscuros gigantes,
cubriendo el silencio de una noche encendida.
El viento murmura, suave y sin prisa,
como un suspiro de tiempos perdidos;
en cada rincón yace una sonrisa
de aquellos amores que hoy son olvidos.
Por senderos de piedra, alumbra la luna
la sombra de espectros que vagan sin paz;
con pasos ligeros recorren la bruma,
como buscando un final que no se les da.
El rosal entrelaza sus ramas sombrías,
un abrazo de espinas que sangra el deseo;
sus pétalos caen como antiguas poesías,
silenciosas promesas que el viento se lleva.
Oh, jardín de cenizas, guardián de secretos,
donde el tiempo se acalla en eterno reposo,
cubre con tu manto de niebla y recuerdos
a las almas que vagan, en la noche sin rostro.
Y cuando el alba despierte al cielo,
el jardín quedará en su oscuro letargo;
las almas volverán a su eterno destierro,
hasta que la luna las llame en su encargo.